La boda ya pasó, habéis disfrutado de una luna de miel inolvidable y, al volver a casa, toca revivir cada momento especial de vuestro gran día… ¿y qué pasa con los trajes? ¿por qué no volver a ponéroslos una vez más para una sesión postboda?
¿No sabéis en qué consiste exactamente esta sesión? No os preocupéis, seguid leyendo porque aquí os cuento todo lo que necesitáis saber para aprovechar al máximo esta experiencia única y cerrar esta etapa de la mejor manera posible.
Se trata de una sesión de fotos que se realiza después del gran día, vestidos de novios, pero sin prisas, sin el estrés del horario y con total libertad para elegir el lugar que más os apetezca. Es como revivir las fotos de pareja del día de la boda, pero con la ventaja de poder hacerlo en un entorno espectacular, ya sea una playa al atardecer o una ciudad que os encante. Vosotros decidís el escenario, sin límites.
Esta sesión, además, es una de las partes que más disfruto de mi trabajo: la mayoría de parejas con las que he trabajado han decidido disfrutar de esta experiencia.
Hacer la sesión de postboda requiere de cierta organización. Queda claro que esta sesión se realiza después de la boda, aproximadamente entre uno y tres meses después de la misma, aunque no existe ningún límite. También influye de manera notable el escenario que queráis, ya que por ejemplo si queréis hacer una postboda en la nieve habrá que esperar a que llegue el invierno y caigan las primeras nevadas que cubran de blanco el suelo. O imagina que tu idea es la de perdernos por un precioso hayedo en pleno auge del otoño y sus vívidos colores... ¡vaya fotos saldrían!
Todas estas sesiones se hacen a última hora de la tarde, para así aprovechar mejor la cálida luz que nos regalan los atardeceres.
No se necesita nada más que la magia de la luz y de vuestro amor.